Le pego porque es mi hijo y porque me da la gana

por, Randy Chávez




“A los niños hay que darles su trancazo para que entiendan; yo no me voy a calar a un muchacho llorón al lado, o se CALLA  o lo callo…”.


Sí mi estimado lector, yo también he escuchado palabras como esas -y esas mismas- a muchos padres que, tratando de justificar sus modos violentos de resolver situaciones familiares, achacan a sus hijos la culpa del maltrato del cual son objeto.  


Conversando sobre este tema, hace varios días una muchacha a la que le tengo confianza me dijo: 



“…no vale, yo no maltrato a mi hija, pero si le doy unos toques técnicos algunas veces, porque si me descuido hace lo que le da la gana y después es peor.  Es mejor corregir a tiempo; es mejor que llore el niño por una corrección a tiempo a que lloren sus padres en el futuro”.  


Interesante, dije.  


- "¿Qué edad tiene tu hija?", le pregunté casi convencido de su método de crianza.  


- "Cuatro meses", respondió mientras se reía.


Si el niño o la niña:


Tiene sed y llora: LE METO SU TRANCAZO.


Tiene hambre: LE ZAMPO UNA CACHETADA.


Le duele la cabeza: LE METO UN COSCORRÓN.


Tiene dolor de estómago: LE DOY UN PUÑO POR LA ESPALDA.


Quiere un helado en la calle: LE HALO  LAS OREJAS.


Así por el estilo. Estos son los “correctivos” que utilizan algunas personas para “educar” a sus hijos, y para de esa manera “evitar” que… ¿? ¿Evitar qué? 


No se qué quieren evitar…ah, para evitar que sean niños y niñas sanas; para evitar que sean inteligentes y evitarse, a ellos mismos, la posibilidad de pensar en cómo mejorar la educación de su hijo. 


Uno de los espectáculos más patéticos que se pueden ver en la calle, es aquel donde el padre, la madre o algún familiar va caminando a grandes zancadas con un niño o una niña agarrado por la mano, mientras lo van insultando o halándole el cabello. 


- Apúrate muchacho, tú si eres aguao…


Nunca podré olvidar la escena, donde una madre -muy joven- le propinó un verdadero KO a su hijo mientras conversaba conmigo en algún lugar de este planeta.  Mientras charlábamos, me comentó que le estaba dando hambre pero que tenía flojera de ir a cocinar. Su niño le estaba decía a cada rato: 


- …mamá vamos para la casa que tengo hambre.



Ella le decía:


- Quédate quieto que te voy dar.  


Yo no tenía claro cómo era eso de “te voy a dar”.  En una de esas, cuando el niño iba a repetir su discurso de hambre, ¡PUM!; cayó al suelo boca arriba; se llevó las manitos a los ojos – ahí en el suelo -, dejó un antebrazo en los ojos y con la otra mano se puso de pie, caminó hasta donde yo estaba y llorando me abrazó y dijo:


- Randy tengo hambre, dame comida.  


Eso enfureció más a la madre e iba a rematarlo, pero lo evité.  Estoy hablando de un niño de cuatro años (C-U-A-T-R-O-A-Ñ-O-S). Ese día sentí que el corazón se me iba a salir.


Cuando no es el maltrato físico es el maltrato de palabras.  Frases hirientes y duras que van dejando huellas casi imborrables en ese ser humano.  No olvidemos aquel axioma: 


EL NIÑO (A) MALTRATADO (A), SERA UN (A) PADRE (O UNA MADRE) - Y UN ADULTO- MALTRATADOR (A). 


Es poco frecuente, en nuestra sociedad, ver a un padre dando cariño a sus hijos (as).  La proporción cariño/regaño es verdaderamente impresionante. El padre, generalmente, cree que aportar para el mercado y comprarle ropa al chamo (a) es más que suficiente…y una que otra vez que se le hace un cariño, no mucho porque “el hombre se vuelve homosexual y la mujer floja”, pero si se porta mal le meto su…


Me llamó mucho la atención un video que descargue por YouTube hace días, donde la madre le anuncia al niño que su padre viene llegando y el muchacho sale corriendo para la puerta; yo que pensé que el niño quería tanto a su papá que iba a recibirlo para darle besos y abrazos,  pero en lugar de abrir la puerta para que su padre entre, el chamo le pasa llave y corre a esconderse porque asume que el señor va a maltratarlo tan pronto cruce la puerta.  


Educar no a un niño o a una niña no es darle un "tatequieto" cada vez que a uno “le de la gana”.



“Después no digan que el tiempo es malo” GOYA

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